¿HAY SOTANA QUE LE PISEN?

Por Teodoro Rentería Arróyave
23 de enero de 2007



Algo debe de andar muy mal al interior de la Iglesia Católica en nuestro país, al igual que en otras partes del mundo, por los escándalos de pederastia en los que además de estar involucrados no pocos sacerdotes, se implicó el cardenal arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, que la Universidad Pontificia de México, UPM, lleva al cabo un Simposium sobre el grave fenómeno sexual.

¿Cómo estarán las cosas que después de que el mencionado jerarca confirmó su presencia para inaugurar el encuentro en el que concurren estudiosos, abogados y clérigos expertos en derecho canónico quienes durante tres días analizarán a fondo el escabroso asunto, que de última hora, Rivera Carrera canceló su presencia arguyendo motivos de salud?

El pueblo tiene en su filosofía popular un dicho que se aplica, tanto a aquellos que tratan de esquivar con argucias u otros métodos de distracción el estar comprometidos en algo incorrecto, como los que quieren ocultar algún acto equivocado e indebido de su pasado mediato o inmediato. Ante ello se dice: “tiene cola que le pisen”, en este caso, ¿habrá sotana que le pisen?

La situación del cardenal es tan comprometida, y seguramente enterado de que los estudiosos se pronunciarían por la severidad en el castigo a los sacerdotes pederastas además de urgir a la Iglesia de ser más cuidadosa en la formación de presbíteros, que en su carta de disculpa, Rivera Carrera concuerda en que esos delitos deben ser castigados tanto por la ley eclesiástica como por la civil.

Si este pronunciamiento lo hubiera hecho desde el principio del escándalo, con toda seguridad se habría ahorrado las contrariedades a que se ha visto sometido y el deterioro grave de su imagen, en que por cierto se llevó por inercia a la diócesis su cargo e inclusive a la propia institución clerical.

Se había advertido que el simposio universitario sobre curas pederastas “no es para acusar, juzgar a personas concretas o lanzar condenas” involucradas en delitos de orden sexual que concretamente se ha imputado a varios clérigos, inclusive de alto rango, según lo aclaró el sacerdote Mario Medina Balam, decano de la Facultad de Derecho Canónico de la UPM, eso es obvio, y todos así lo entendieron, por ello llama aún más la atención la ausencia del arzobispo.

Rivera Carrera, que aún encara una demanda interpuesta en Estados Unidos de proteger a un sacerdote pederasta, a pesar de una decisión a su favor de juez en primera instancia, fue preciso en anotar que la corrupción de menores, el hostigamiento, el abuso sexual, el estupro o la violación, cometidos por clérigos deben ser considerados delitos “gravísimos” contra el sexto precepto del decálogo y que provocan una pérdida de confianza en las relaciones humanas.

Líneas adelante, en la carta de Rivera Carrera, que por ciento fue leída por el rector Próspero Alfredo Vargas Alonso, abunda que “es muy conveniente que esta materia, especialmente delicada por las repercusiones que tiene, no sólo en relación con la disciplina interna de la Iglesia, sino por las consecuencias que de algunas de estas conductas se derivan ante la autoridad civil, sean materia de estudio sereno, desapasionado y con altura académica”.

Todo muy bien, sin embargo la ausencia de don Norberto se presta a toda clase de especulaciones al recurrir a la trillada disculpa: “por motivos de salud”. Más bien, ¿hay sotana que le pisen?

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