LECCIONES

Por Teodoro Rentería Arróyave
18 de enero de 2007



La historia no perdona, y aunque se dice o se recurre al transcurso, al paso del tiempo para que la misma haga el juzgamiento final de los personajes, la verdad es que el proceso nunca termina, aunque se asegure que el veredicto ha sido dado. La verdad sea dicha: la actuación pública, sobre todo cuando es escandalosa, va poniendo a cada uno en su lugar, como son los casos de los personajes más cuestionados de los años recientes y de los últimos meses.

Entre los primeros, debemos de contar a los presidentes que han sido del neoliberalismo, y para no entrar en listas interminables, los secretarios de despacho, que no de Estado, recientemente despedidos, aunque se diga oficialmente por amabilidad que tomaron la decisión personal de presentar sus respectivas renuncias.

En ese supuesto se haya, si acaso uno de los tres que dejaron el gabinete calderonista, nos referimos a Germán Martínez Cázares, quien se retiró de la muy pesada cartera de la Función Pública, misma dependencia encargada de vigilar y sancionar a los funcionarios deshonestos y corruptos, ya que con cierta comodidad fue a la contienda electoral para instalarse en la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional, del partido en el poder, Acción Nacional.

Intentar hacernos creer que renunciaron por razones estrictamente personales a la titularidad de la Secretaría de Gobernación el represor e inepto, Francisco Ramírez Acuña y a la de la Secretaría de Desarrollo Social, la simplemente incapaz Beatriz Zavala Peniche, sería un insulto a la inteligencia de los mexicanos.

Dejemos los boletines respectivos que anotan tal motivo en las sendas separaciones, como un acto de amabilidad oficialista; sin embargo creemos que ha llegado el momento de dejar estas prácticas ominosas, se debe de informar con toda la claridad, es menester decir la verdad, porque precisamente representan lecciones para los presentes y futuros funcionarios. Es más, si sus actuaciones caen dentro de alguna responsabilidad pública, son sujetos de la aplicación de la leyes correspondientes.

Ramírez Acuña, fue hasta este martes o se convirtió en el solitario de la casona de Covían; días después de que tomará posesión de tan alto cargo, fue desgastándose de tal manera que ya nadie de los actores de la vida nacional lo tomaban en cuenta, nadie lo visitaba y nadie le tomaba las llamadas telefónica y mucho menos le contestaban sus correos electrónicos. Sus decisiones represivas y su negación al diálogo, a la discusión y a la negociación, lo colocaron en esa situación de hartazgo del poder.

Complicó y trastornó los derechos humanos, la seguridad nacional, los auxilios sociales ante los desastres nacionales y lesionó en forma grave las libertades, fundamentalmente, las de prensa y de expresión. Jamás tomó en cuenta al gremio organizado de los periodistas. Por eso mismo, en este caso no hubo salvación, Ramírez Acuña, esa historia implacable, lo colocó ya en el cesto de la basura.

La ex titular de Sedesol, Beatriz Zavala Peniche, es la reprobada más señalada de la evaluación interna del Gobierno Federal, en 80 por ciento de los programas sociales a su cargo se le encontraron gravísimas anomalías. Se le dio una salida cortes: retoma su escaño en el Senado de la República y ocupará un cargo en el Comité Ejecutivo Nacional del PAN.

Son estas lecciones de la cosa pública, que deberían de aprender todos los que detentan puestos de poder, en especial los que llegan, particularmente, a los que se les han confiado los asuntos más delicados y esenciales de la nación.

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