EL DIA DEL PRESIDENTE

Por Teodoro Rentería Arróyave
Viernes 1 de junio de 2007



El día del presidente se extingue, o posiblemente ya se extinguió y para siempre; desde luego respetado lector o radioescucha que ya habrá advertido a que nos estamos refiriendo: al día del Informe anual presidencial, acto que en el pasado pretendió ser republicano para convertirse en el trascurso del tiempo en un ceremonial oropelesco, en el cual se unían los poderes Legislativo y Judicial, más el primero, para rendir culto al señor Presidente en turno.

El horno no están para bollos, reza el refrán popular, no está para exponer nuevamente en el recinto parlamentario de la Cámara de Diputados o en otro acreditado a Felipe Calderón Hinojosa, por lo que la bancada del Partido Acción Nacional presentó una iniciativa para modificar el acto protocolario que ya cuenta con el acuerdo tácito de los demás grupos parlamentarios.

Ya no seremos espectadores de aquellos, uno de septiembre, en que la jornada presidencial se iniciaba en la Residencia Oficial de los Pinos, con todos los medios presentes, en forma preponderante la radio y la Televisión, desde el desayuno de la familia presidencial y entrevistas al jefe del Ejecutivo y a cada uno de los parientes: esposa, hijos y hasta los padres.

Luego el recorrido hasta el Monumento a la Columna de la Independencia, con la guardia de honor en homenaje a los héroes “que nos dieron patria”, de ahí a Palacio Nacional, escuchar los honores de ordenanza a la alta investidura y en el despacho histórico colocarse la banda presidencial para salir en automóvil descubierto hacia el recinto parlamentario entre aclamaciones del pueblo previamente preparado entre cascadas de papel cortado multicolor, sin faltar la pose para las fotos con el beso a una niña o a un niño y la entrega de una flor.

Cortes de las transmisiones para llevar a todos los hogares mexicanos las entrevistas absurdas a los miembros de los gabinetes legal y ampliado, quienes se adelantaban al propio Informe, en las entrevistas prediseñadas. A la llegada al vestíbulo otro homenaje del pelotón de cadetes del Heroico Colegio Militar y la reverencia a la enseña patria.

Luego entre aplausos del respetable entrar al recinto y con la frase harto conocida: Honorable Congreso de la Unión, rendir el informe sobre el estado general que guarda la administración pública del país. No obstante lo tedioso de la lectura con la danza de números, se contaban las interrupciones y la duración de los aplausos. Al finalizar la consabida y elogiosa contestación por parte del Presidente de la Honorable Cámara de Diputados. De regreso lo mismo, calles anegadas de gente y la fiesta grande en Palacio Nacional, con la salutación al señor presidente, que alguna vez un locutor en su infinita ignorancia describió como la ceremonia del “besamanos”.

Tampoco, ya no volveremos a ver el espectáculo denigrante de las broncas protagonizadas por las bancadas de la oposición y contestadas por los del partido en el poder. Ni la infeliz puntada que iniciara el diputado Fox, al colocarse orejas de burro y permanecer de espaldas a la “Tribuna más alta de la Patria".

Los diputados panistas han presentado la iniciativa para cambiar el formato del Informe, el presidente lo mandará por escrito, como lo ordena la Constitución, en el mes de febrero, será revisado por ambas cámaras al Congreso de la Unión y un mes después el Presidente de la República se presentará ante el Poder Legislativo para contestar las preguntas de diputados y senadores. El espectáculo con el que se divertía el pueblo se acabó. Se acabó el día del señor presidente.

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