EL CAMINO DE LA DEMOCRACIA

Por Teodoro Rentería Arróyave
4 de noviembre de 2007



El presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, perdió en las urnas el referendo que según el mandatario aseguraría la Revolución Socialista Bolivariana del siglo XXI, pero ganó en su imagen democrática al aceptar su derrota sin discusiones.

En otras naciones, inclusive en las más poderosas llamadas democracias, cuando el margen de las contiendas es tan bajo, como en este caso que la diferencia fue de apenas 1.4 puntos porcentuales, se maquillan los números y los hombres en el poder se sostienen en el mismo.

Hugo Chávez, al aceptar su derrota, afirmó que el triunfo del "no" le demuestra a la oposición venezolana que “este es el camino, y ojalá se olviden para siempre de tronchas, de las rutas al abismo, del desconocimiento a nuestras instituciones”, y les recomendó a sus detractores: “sepan administrar su victoria” y entiendan que “este es el camino”. El camino de la democracia.

A nadie escapa la forma como se manejan las elecciones o los referendos en las naciones que presuntuosamente se dicen democráticas, cuando los resultados son de tal manera apretados. Es históricamente sabido lo que ocurrió en aquellas elecciones en Estados Unidos, cuando mediante una maniobra fraudulenta una pandilla de políticas de quinta se apoderó de la Casa Blanca con los resultados desastrosos para la humanidad de todos conocidos.

Al contrario de esa actitud que se da cotidianamente en nuestras naciones, Hugo Chávez Frías, el denostado por el imperio, acepta sin remilgos su derrota en un acto de fe democrática que a tirios y a troyanos ha dejado anonadados.

He sostenido muchas pláticas y he recibido infinidad de correos electrónicos de un inmenso mosaico de lectores y radioescuchas, los cuales, palabras más palabras menos, se sienten estupefactas de la dimensión y categoría política del mandatario continuamente vilipendiado por la propaganda brutal y sistemática de la gran potencia mundial y sus adláteres.

Toda coincidencia con la realidad de nuestras naciones, y México no es la excepción, es mera coincidencia. Cuando los números en los resultados de las urnas son tan parejos, los hombres del poder maniobran de tal manera para, que éticas aparte, conserven en el país.

Por eso mismo es de admitirse la categoría moral de Hugo Chávez a quien calificaban sus detractores de un dictadorzuelo de quinta. Analicemos: el final como dijo el mandatario venezolano, fue de fotografía: el "no", obtuvo el 50.7 por ciento contra la posición contraria que alcanzó 49.29. Probablemente la culpa fue del abstencionismo confiado, pero ello no impidió que Chávez aceptara su derrota.

Esta es una lección de civilidad política. Lo ha dicho Hugo Chávez: el camino no es otro, más que el de la democracia, aunque cueste la derrota.

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