"Y SIGO SIENDO EL REY"

Por Teodoro Rentería Arróyave
12 de noviembre de 2007

Existe una canción del inmortal compositor mexicano José Alfredo Jiménez, que en su parte sustancial afirma: "Y sigo siendo el rey", desde luego es de ubicarla sólo en el propio terreno de la tradición vernácula de nuestro país y nada más; lo que resulta inconcebible es que don Carlos I de España, con todo el respeto al gran pueblo ibero, se sienta exactamente eso mas allá de las fronteras de su nación y enclaves que aún mantienen, de ahí que resulte inadmisible que haya tenido la osadía de callar a un presidente de una nación latinoamericana soberana.

Para muchos en el mundo nos parece que las monarquías son cargas caducas para los pueblos, sin embargo lo repetimos, respetamos a esas naciones que aún las mantienen como parte de su tradición histórica. En la misma España, no son pocos los que califican a los monarcas de "reyes de zarazuela", en forma peyorativa, exacto, porque así se llama la residencia oficial de los mencionados: "El Palacio Real de la Zarzuela".

La noticia que protagonizó don Carlos en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, quien olvidó que hace varios siglos las naciones de este Continente dejaron de ser colonias de la corona que ahora "adorna" su testa, nos recordó al "comes y te vas" del "ínclito" Vicente Fox Quesada, quien en otra Cumbre homóloga, la de Monterrey, le espetara al presidente de la República de Cuba, al comandante en jefe Fidel Castro, para genuflexo, evitarle a su "patrón" George W. Bush la molestia de encontrarse con el héroe de Sierra Maestra.

Don Juan Carlos de Borbón y Parma perdió los estribos ante el "atrevimiento" de un presidente de una de las ex colonias de la "madre patria", exacto, cuando Hugo Chávez, presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, sin mencionarlo por su nombre en la reunión Iberoamericana celebrada en Chile, calificó, certeramente, de fascista al ex presidente español, José María Aznar, hecho que irritó en grado sumo al monarca de la Zazuela, a tal grado que se atrevió no una, varias veces, despótico y autoritario a callarlo

Sin guardar ni las mínimas formas de la cortesía diplomática, "su majestad", como es el tratamiento en su nación, lanzó la "orden monárquica": ¿Porqué no te callas? Y debemos de aclararlo, no fue pregunta, fue orden imperativa de todos los monarcas de siempre acostumbrados a ser obedecidos sin posibilidad alguna de réplica. Afortunadamente en territorio libre de América, se encontró con el muro férreo de la dignidad.

El presidente Hugo Chávez se había lanzado contra el liberalismo que se le ha impuesto a los pueblos del mundo, había propuesto un pacto petrolero regional, invitó a los pueblos a retirar sus fondos depositados en los países desarrollados, sobre el término "cohesión social", que se manejó en la agenda del encuentro, propuso el de “transformación social rumbo a la justicia social”. y sin nombrarlo, dijo que el ex presidente español José María Aznar es sólo un “fascista”.

Eso bastó para que el monarca abandonara el foro, antes le había espetado al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el "¿por qué no te callas?" Mesurado por su parte el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero le expresó: "Se puede estar en las antípodas de una posición ideológica y no seré yo quien esté cerca de las ideas de Aznar, pero fue elegido por los españoles y exijo ese respeto".

Francamente debemos preguntarnos: ¿No es fascista un gobernante que colabora con el gobierno fascista de la potencia mundial en la guerra intervencionista de Irak? ¿Es o no fascista un ex gobernante que quiere culpar sin pruebas al movimiento separatista de ETA, del atentado a la Estación de Atocha de Madrid, inclusive después de haber sido condenados los culpables?, y ¿Merece o no Aznar ese calificativo, cuando sin respeto alguno a la soberanía de México, lo visitó para intervenir descaradamente en sus últimas elecciones presidenciales?

Sí don Carlos, es usted el rey de España, pero no de todo el mundo y mucho menos de las ex colonias de la corona que ahora "adorna" su testa.

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