LA DOLORIDA HAITÍ

Por Teodoro Rentería Arróyave
22 de enero de 2010


Haití, la primera nación libre de América Latina, se puede convertir o ya es, por todas las acciones constatadas, en la primera invadida en el Continente en este Siglo XXI por el sempiterno imperio.

Aunque comprendamos el enojo del embajador del dolorido país, Robert Manuel, quien rechazó que Estados Unidos esté llevando a cabo una invasión silenciosa con el envío de al menos 12 mil militares a su país y llamó a la prudencia a quienes así lo piensan, los hechos demuestran lo contrario.

Una acción es la ayuda humanitaria y otra muy diferente es el apoderamiento de todos los puntos neurálgicos por parte de las tropas estadounidenses, a tal grado que los marines controlan lo mismo el Aeropuerto que todas las estaciones de transporte, las comandancias del Ejército y las de policía, así como lo que quedó de la infraestructura de comunicaciones.

La voz de alarma la han dado los países integrantes del Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, y en forma preponderante en Europa por Francia, quien fue la primera en expresar, cuando menos, las suspicacias por los actos de las fuerzas armadas de Estados Unidos, en su ahora diezmada antigua colonia de las Américas.

El señor embajador recurrió al mismo argumento que han utilizado los funcionarios estadounidenses para explicar su presencia desusada con miles de efectivos, al subrayar que fue el propio presidente René Preval, quien solicitó la ayuda militar de la Casa Blanca para tratar de controlar la situación que vive Haití como consecuencia del terremoto del pasado 12 de enero.

Además, agregó, que es una falta de respeto para el gobierno y el pueblo de Haití estas acusaciones contra el gobierno de Preval; en primer lugar, se le debe aclarar al ilustre señor embajador, Robert Manuel, que nadie se ha referido al presidente Preval, quien nos merece todo el respeto, la suspicacia, cuando menos, es en forma señalada y precisa para Estados Unidos.

Haití, como todos sabemos, se ubica en una zona estratégica del sub continente Americano, de ahí el temor obligado de los países caribeños y sudamericanos ante la exagerada presencia de tropas norteamericanas en esa nación que crea un clima de desestabilización en nuestro hemisferio, al favorecer las condiciones a nuevos intervencionismos armados, especialmente contra gobiernos como los de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Ya antes, marzo de 2004. se había denunciado que Estados Unidos y Francia se habían reconciliado para defender sus intereses imperiales en el Caribe, ya que de una manera muy inteligente organizaron el golpe de Estado en Haití para derrocar al presidente Jean-Bertrand Aristide, elegido democráticamente y luego Washington creo los grupos armados dirigidos por el antiguo oficial golpista Guy Philippe después de haber dado también vida a una oposición de conveniencia ligada y comprometida con el antiguo financiero de la dictadura Duvalier: André Apaid.

Así están de graves y complicadas las cosas en la dolorida Haití, y aunque lastimemos los sentimientos del embajador Robert Manuel, nuestra obligación es alertar a la comunidad internacional, simple, porque Haití la primera en lograr su independencia en el nuevo mundo se puede convertir en la primera invadida y sojuzgada por el imperio aprovechándose del terrible y devastador fenómeno natural.

Por eso mismo, el presidente Barack Obama “celebra” su primer año en el gobierno entre la decepción y las derrotas electorales por incumplir sus compromisos de campaña, entre otros muchos: el respeto a la soberanía de los pueblos y las naciones y a la democracia internacional.

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