OTRA VEZ, LA PENA DE MUERTE

Por Teodoro Rentería Arróyave
22 de enero de 2009

A mi padre, médico, poeta y amigo, Fortino Rentería Meneses, por su próximo aniversario de su partida física y por su repetición, en enseñanza, de la frase que cierra esta columna.

En los tiempos más inadecuados, por la irritabilidad de la sociedad que le produjo los asesinatos cometidos por bandas de secuestradores en las personas de dos jóvenes, hijos de padres muy conocidos: Fernando Martí y Silvia Vargas, se le ocurre, ese es el término por que sólo es una ocurrencia, a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión aprobar un punto de acuerdo para llevar al cabo foros de consulta popular para restablecer la pena de muerte.

Sin duda alguna se trata de actitudes electoreras; primero el gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdés impuso a su Congreso local la aprobación de un punto de acuerdo para convocar a las Cámaras de Diputados y Senadores a restablecer en nuestro país la pena de muerte. La reacción en contra no se hizo esperar.

Después, hábilmente, el “Niño Verde”, el heredero familiar en la presidencia del llamado Partido Verde Ecologista de México, Jorge Emilio González Martínez, retoma la iniciativa, realiza una muy eficiente campaña mediática, y logró lo inusitado, lo absurdo: con el apoyo de sus congéneres, los partidos Acción Nacional, de la Revolución Democrática y Revolucionario Institucional, aprueba la Comisión Permanente la realización de los foros de consulta sobre la pena muerte.

De inmediato llegaron las explicaciones y las disculpas, el Partido Acción Nacional afirmó que no obstante estar convencidos de que la pena de muerte no resuelve el flagelo del crimen organizado, precisamente el delito del secuestro, agregó que no se podía negar a los foros de consulta, sin tomar en cuenta la ociosidad y el alto costo de los mismos.

La pena capital o pena de muerte, en descripción literal, consiste en la ejecución de un condenado por parte del Estado, como castigo por un delito establecido en su legislación; los delitos por los cuales actualmente se aplica esta sanción brutal, suelen denominarse crímenes o delitos capitales.

No se necesita profundizar en los análisis para oponernos total y definitivamente a esta práctica inhumana, ineficaz y salvaje -con todo respeto a nuestros antepasados-, puesto que como lo dice la historia: las ejecuciones, en forma preponderante, se han aplicado contra disidentes políticos y a miles y miles de inocentes.

Sentencia que se inscribe en la barbarie de los tiempos por que no tiene regreso, la vida no se devuelve y sólo los adoloridos deudos, pudieran recibir después de comprobada la inocencia del asesinado por el Estado el “Usted perdone”, que por cierto nunca ha sido práctica de la llamada justicia.

En lo que se refiere a nuestro país, donde casi el 70 por ciento de los delitos no se denuncian por falta de credibilidad en las autoridades encargadas de la prevención de los delitos, de la procuración y administración de justicia, además de que de los denunciados el 95 por ciento yacen en la mas absoluta y vergonzante impunidad, simplemente resultaría monstruoso reavivarla

Actualmente el uso de la pena de muerte ha sido abolido en casi todos los países europeos, excepto Bielorrusia, y la mayoría de los correspondientes a Oceanía. En América, Canadá y la mayoría de países latinoamericanos han abolido completamente la pena de muerte, sólo Estados Unidos de Bush, Guatemala y la mayoría de los estados del Caribe la mantienen en vigor, y Brasil la contempla como castigo en situaciones excepcionales, como por ejemplo para castigar la traición cometida en tiempo de guerra. En Asia la pena de muerte está permitida en democracias como Japón, China e India. En África, se aplica aún la pena de muerte en democracias como Botswana y Zambia.

México, recientemente derogó la pena de muerte por su raigambre humanística, restablecerla sería tanto como negarla, y como se dijo en los tiempos de la Revolución francesa: “Justicia, Justicia: cuantos crímenes se han cometido en tu nombre”.

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