RAZÓN DE EXISTENCIA

Por Teodoro Rentería Arróyave
5 de diciembre de 2008


Con la ausencia de una izquierda que se niega a reconocer triunfos que no le favorecen y derrotas que le son propias, se llevó al cabo el acto formal de inicio de actividades del flamante Consejo Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática, PRD, que encabeza Jesús Ortega Martínez.

Dos ausencias y una presencia marcaron, seguramente para siempre, el renovado llamado partido de la izquierda mexicana; obviamente no asistió el que se le llama líder moral por antonomasia, y como se quiera frustrado candidato a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador.

La otra ausencia es la del fundador del PRD, que primero fue Frente Democrático Nacional, desprendimiento del Partido Revolucionario Institucional, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y menos aún de su pareja en el primigenio partido, Porfirio Muñoz Ledo, ahora coordinar por decisión de López Obrador del Frente Amplio Opositor, que se compone además del PRD, con los partidos del Trabajo y Convergencia.

Si las ausencias son significativas, la presencia lo es más, para sorpresa de tirios y troyanos, ahí como figura fulgurante estuvo el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, que se suponía era el alfil de Andrés Manuel López Obrador, sin que los analistas tomen en cuenta que en realidad es el alumno más aventajado de Manuel Camacho Solís, ex priísta resentido por la traición de que fue objeto en la carrera frustrada a la Presidencia de la República y que ahora a Ebrard lo ubica en ese tobogán futurista.

Ortega Martínez inició su discurso al señalar la desigualdad e injusticia social que vive nuestro país y que se ha agudizado hasta extremos que son éticamente inaceptables y, desde luego, política y económicamente insostenibles, al subsistir en condiciones de pobreza patrimonial 50 millones de mexicanos y más de una tercera parte de la población del país, no encuentra los ingresos suficientes para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, salud, vivienda, educación.

Luego de señalar que a México le es indispensable una izquierda fuerte y democrática que se convierta en opción de gobierno progresista, afirmó que el PRD ha logrado avances de trascendencia para el país, pero ahora debe convertirse en una fuerza influyente y no debe estar en nuestros planes el transitar en un penoso regreso hacia la marginalidad política. Por el contrario, dijo, requerimos aumentar nuestra influencia para restablecer el proceso de transición democrática interrumpido en el 2006 y para avanzar en mayor bienestar para las y los mexicanos, con amplitud, tolerancia y pluralidad.

El PRD debe mantener, necesariamente, su amplitud política y su diversidad social, no debemos reducirnos a representar sólo a una clase, o sólo a un sector de la población, debemos incluir en nuestros esfuerzos a los mexicanos más pobres y desprotegidos, pero también a las clases medias que igual exigen mejores condiciones de vida, aclaró Ortega, al salirse del habitual discurso perredista que sólo se dirigía a las clases marginadas, prueba de ello es que entre los invitados estaban presentes no pocos hombres de empresa.

De acuerdo, para el bien del país, se requiere un partido de izquierda, como lo vislumbra Jesús Ortega Martínez, renovado, ético, en el quehacer político, en las ideas y en la propuesta. Un PRD renovado reformado y transformado en la izquierda para el bien de país, que es su razón de existencia.

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