DOMINGO DE CONTRASTES

Por Teodoro Rentería Arróyave
23 de marzo de 2010


Washington, en domingo, marcó un profundo contraste en la vida política de Estados Unidos y en forma singular en el mandato del presidente, Barack Obama, quien después de su triunfo arrollador y esperanzador ha ido perdiendo imagen y destino en su mandato por la falta de cumplimiento en sus compromisos de campaña.

Esta realidad, que sobre todo ha pegado en los pueblos que luchan y lucharán por su soberanía y por su libre determinación, tenían una ligera esperanza de que cambiaran las cosas en el imperio, sin embargo pese a los que creen en la buena fe del primer presidente de color de la gran potencia, la realidad es que los intereses hegemónicos se imponen, como dijeran algunos “al candor del presidente afroestadounidense”.

Para afrenta de la derecha más rapaz del poderoso vecino país del norte, Barack Obama ha ganado una batalla de sobrevivencia, vital, y vital viene de vida, de su propia presidencia: como se dijera en el argot de las carreras de caballos, apenas por una nariz, sacó adelante su Ley de Salud; pero al mismo tiempo en una concentración de más de 150 almas en la misma capital del imperio se le demandó cumplir con su promesa de impulsar la Ley Migratoria.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos, después de que el propio Barack Obama se reunió o platicó vía telefónica con los legisladores, le aprobó por 219 votos a favor y 212 en contra, la versión del Senado de la iniciativa de reforma de salud, que modifica en algunos puntos las que originalmente había enviado, pero que desde luego no demerita el triunfo obtenido y que salva de una derrota moral terrible a su gobierno.

Las crónicas nos hacen saber, que llegaron desde distintos puntos del país a la avenida Pennsylvania, que une la Casa Blanca con el Capitolio, más de 150 mil personas para expresar las mismas consignas y pancartas que asomaron por primera vez en la primavera del 2006, para exigir a Barack Obama que se “deje de bla bla y bla” y cumpla con su promesa, todo esto en un renovado sentido de impaciencia, enojo y urgencia que los convirtió en un soliviantado ejército de indocumentados cansados de esperar.

De histórica se considera la victoria de Obama, simplemente porque logró imponerse a los intereses más bastardos del capitalismo salvaje, puesto que la nueva ley permitirá extender la atención médica a casi 31 millones de ciudadanos, en contra de la llamada “mafia blanca”, la de los médicos y demás industria de la salud.

De acuerdo con The New York Times, la votación sólo es comparable con el establecimiento del Medicare y la Seguridad Social. “Esta es el acta de los derechos civiles del siglo 21”, dijo el representante James E. Clyburn, de Carolina del Sur, el tercer demócrata en importancia en la Cámara.

Con la victoria alcanzada por Obama será posible ahora arreglar un sistema sanitario que ya hace aguas por todos lados y que las presidencias de varios mandatarios, entre ellos Teodoro Roosevelt y Bill Clinton fueron incapaces de reformar, pero para completar la hazaña, el primer presidente negro de Estados Unidos tendrá que aterrizar la relegada Ley Migratoria, con la cual hará honor a su palabra y a su familia, que también fue inmigrante.

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